Lo cierto es que Vanessa siempre tuvo fe en mí. Esteban siempre se dejó llevar, pero cuando nos conocimos ella me miraba inquisitivamente, como esperando que yo la corroborara con la mirada que la cosa iba a ir bien. Y fue bien, empezando por la agradabilísima preboda que nos hicimos en Chinchón.
Encinasola es siempre un reto, porque estoy haciendo 4 ó 5 bodas por temporada allí, y “la cosa” que me piden realmente es no repetirse, ser único en cada boda. Tienen fe en que no me repita, pero en realidad no es una cuestión de fe, sino de humanidad: nadie mira como Esteban, ni como Vanessa, ni dos Photocall salen iguales nunca jamás, ni los papás se emocionan de igual forma. Nunca jamás. Esta vez, tampoco.
Y no obstante lo anterior, en mi interior anhelo no haber fallado a la “fe” de Vanessa – así somos los humanos: fe y humanidad mezclados con mucho amor. Y Vanessa y Esteban no son, tampoco, una excepción en esto. Pero bueno: esta vez también tenemos a Ana Cruz por si las moscas. ;D
Disfrutad.
estás escuchando: Ludovico Einaudi – Uno
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Luís, estoy emocionada, me encanta lo que veo… ¡no has fallado! 😀
Siempre estuve segura de la elección, pero ahora más que nunca… eres genial!!!
¡BIENNNNNN! Pues espera a ver el resto. 😀 Mil besos, preciosa.
Bello reportaje de lo sucedido. Los jóvenes, jóvenes y jugosos. El ambiente fantástico.
Tres cosas me llaman la atención. La mirada emocionada de la novia a lo largo de toda la ceremonia, el sereno y elegante vestuario de las señoras y, un respeto a los seniors, el atractivo, elegante y divertido padre de la novia que posee la mirada de los que están vivos, pero vivos de verdad. La mirada de Picasso.
Luis, has conseguido enfocar un espacio tan utilizado para tu objetivo de una forma muy diferente y consigues unos encuadres fantásticos que enriquecen el retrato. Un ojo versátil, sí señor.
Gracias Xana: tú siempre tan atenta… te aseguro que ves mis reportajes de maneras novedosas para mí. ;D