La agradable visita de hoy para comer y ponernos al día me recordó que la debía esta entrada desde hace tiempo. La vida, a veces, hace que pierdas momentáneamente el norte, olvides la enorme diferencia entre el fuero y el huevo. Yo narro Vida, y a veces olvido cuál es mi propósito. Y me faltaba contaros esto, atribulado últimamente por un mar lleno de espuma.
Caty llegó a mi vida como alumna, y con la velocidad de los primeros embistes de la Blitzkrieg invadió un montón de parcelas de mi vida: alumna, cliente, amiga…
Caty es la Guerrera Roja. Rojo chispeante que lucha a lo Jon Snow en La Batalla de los Bastardos contra los caballos de la sociedad, el estúpido prejuicio humano, su pasado más remoto y varias cosas más – a pesar de su propia inseguridad y su verbo atrapallado. Pocas, muy pocas veces he visto en mi vida alguien tan ¿frágil? recomponerse en un tiempo récord, mirar al toro a los ojos, retar con el capote a su propia Sombra y gritar al mundo ¡por mis cojones y por encima de mi cadáver! Y así será: será su cadáver lo que mire por encima del hombro, cuando en breve dé un salto de gigante para encontrarse, ni más ni menos, con su Poder Personal. Ahí es ná. Al tiempo.
Qué bello compartir charla, aventura y vino con un ser así, qué bello verla florecer a toda hostia para -como diría mi amigo Edu– pasar pantalla y jugar a otra cosa, incluyendo toda esa fotografía que está a punto de darle al mundo en toa la boca. Agarraos, que viene que viene.
Disfrutad.
P.D. Ya, ya sé: aparentemente la banda sonora le queda a las fotos como a un santo dos pistolas. Aparentemente.
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