[ Celebración en La Tejera de Fausto. Requijada, Segovia. ]
Hay gente, gente conocida, familia y amigos… y la tribu. Todos tenemos una. Se compone de personas concretas de todos los estratos mencionados, sin orden ni concierto, porque sí. Son gente que siente como tú, ríe como tú, te entiende o no – pero te respeta, respira como tú. Son gente que uno no escoge – más bien se las encuentra y las metemos en el cajoncito de… la tribu.
Dani es miembro de mi tribu. Y es el hermano de Cris, que se casa con Jose después de una eternidad. Me pasé casi una hora tratando de convencer a Jose que me contara algo de Cris… y no lo logré. Tampoco hacía mucha falta: Cris es de agua clara, lluvia de risa y mirada profunda. Cristalina. Risueña. Y bella, claro. La princesa del cuento es rubia y sonríe y tiene los ojos azules y lleva un vestido medieval con cosas de esas que vaporean a su alrededor.
Jose tiene esa pinta de hombre medieval, caballero rudo pero elegante que mira como mira un Miura en plena batalla campal. ¿Dije hermético? No, interno. Dicen sus amigos que Jose es otro, que lo que ves es una piel de rinoceronte a prueba de balas. Y cañonazos. Todo un guerrero medieval.
Mención especial para la gente de Cris y Jose, gente sincera, gente que habla con la mirada, gente emotiva que me desvelaron secretos y anhelos y me lo dió todo para un vídeo que… bueno, ésa es otra historia.
Y así fue que se casaron en una hermosa ermita medieval, con una luz magníficamente traída del cielo para que Lady Cris y su fornido contrajeran matrimonio al sonido de, por supuesto, violines. Por muy cursi que suene, ésta ha sido una de las bodas más bellas, sencillas, sentidas y especiales de toda mi carrera. Y es que al fin y al cabo, estaba en terreno de tribu.
Disfrutad.
P.D. Y ésta es la historia de la misma boda, pero contada en video.
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